Un alimento congelado se diferencia de uno fresco en que ha sido sometido a un procedimiento mediante el cual se disminuyó su temperatura al punto de convertir en hielo su contenido en acuoso a fin de alargar su vida útil para retrasar su consumo sin perder sus cualidades en sabor, olor y apariencia. Adicionalmente, este procedimiento le libera de microorganismos que pueden afectar su integridad nutricional.
Contrario a lo que muchas personas piensan, los alimentos frescos no siempre son la mejor opción en cuanto a calidad nutricional, pues la manipulación de la cual son objeto antes de llegar a su cocina o a su mesa en muchos casos es poco dedicada.
Por su parte, un alimento que se prepara para ser congelado, se manipula con mucho cuidado, pues el principal objetivo es conservar su valor nutricional al máximo.
Es posible que los alimentos naturales congelados contengan mayor concentración de vitaminas y minerales que aquellos que han sido solo refrigerados.
Es importante conocer además, que los alimentos naturales que se congelan inmediatamente después de su recolección (en el caso de verduras y frutas, incluso el queso) tenderán a conservar su sabor, frescor y valor nutricional, en tanto que aquellos alimentos que se cocinan o precocinan antes de ser congelados no. Estos alimentos, por lo común, se presentan al consumidor como una opción de “comida rápida”. Sin embargo, suelen agregarse a su preparación una serie de ingredientes cuyo propósito es conservarlos artificialmente.
Entre ambos grupos de alimentos, los naturales congelados y los precocidos congelados, los primeros suelen ser más recomendados que los segundos, por ser más saludables.
En cuanto a la practicidad y comodidad que brindan al consumidor, los alimentos naturales congelados también llevan la delantera tal como nos comentan en Eurofrits, puesto que suelen presentarse limpios, pelados, cortados. Para consumirlas, bastará con cocerlas en agua hirviendo por pocos minutos.
Igualmente importante es tener en cuenta que una vez descongelado un producto, en especial los alimentos, no deberán someterse nuevamente a un proceso de congelación pues se corre el riesgo de incorporar bacterias y microorganismos potencialmente peligrosos para la ingesta humana.